sábado, 19 de abril de 2008

CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL


a) Desarrollo del capitalismo.

El capitalismo había evolucionado desde el siglo XVI, convirtiéndose durante el siglo XVII en capitalismo comercial, e industrial en el XVIII. Las innovaciones técnicas, el descubrimiento de nuevas fuentes de energía y el consecuente cambio en el sistema productivo, afectaron decisivamente en el capitalismo del siglo XVIII y XIX, que de industrial pasó a ser financiero.

Estos cambios se relacionan con el surgimiento de la fábrica, que reemplazó al taller familiar, e
incorporó la división del trabajo, la especialización y la producción en serie.

A raíz del auge de la industria y los medios de transporte, los gastos de las fábricas aumentaron
considerablemente, siendo imposible que fuesen absorbidos por una sola persona. Surgieron entonces las sociedades anónimas y el manejo de un nuevo bien: el capital.

b) La cuestión social.

El éxodo rural hacia la ciudad y las fábricas generaron múltiples problemas: hacinamiento, gran mortalidad infantil, etc.
Esto se vio agravado por la mentalidad de la época, que consideraba que el trabajo humano no era distinto del de una máquina o un animal, es decir, que estaba totalmente regulado por la ley de la oferta y la demanda. Debido a esto, el sector obrero que nació con la Revolución Industrial no tenía una jornada ni salario mínimo, trabajaban niños y mujeres, los obreros vivían al lado de las fábricas, etc. La reacción de los obreros o "proletarios" ante esta situación fue violenta y se materializó en la huelga y en la creación de nuevas organizaciones gremiales (sindicatos, sociedades de resistencia y socorro, etc.)

c) Las doctrinas político-sociales

El problema social va a intentar soluciones en nuevos movimientos económico-sociales e incluso,
institucionales.

· El socialismo utópico:
· Es una corriente idealista que surgió durante la primera mitad del siglo XIX y cuyos representantes más importantes fueron Robert Owen, en Inglaterra y Saint-Simón, Charles Fourier y Blanc, en Francia. Su ánimo general fue la filantropía, tratar de dar solución a la "cuestión social" a través de fábricas colectivas, talleres nacionales y falansterios o "comunidades socialistas". Los socialistas utópicos no constituían pensadores de tendencias homogéneas, sino que eran animados por su buena voluntad individual, lo que explica en parte el fracaso de sus intentos.

· El socialismo científico o marxismo:
· A diferencia de los socialistas utópicos, Karl Marx y Friedrich Engels se dieron a la tarea de analizar el origen de la problemática social y proyectar consecuencias a largo plazo de ella, elaborando una teoría al respecto. Estas ideas están planteadas esencialmente en Das Kapital (El capital) de Karl Marx, en que sostiene que la base y motor del desarrollo histórico es la economía (infraestructura) y que es complementada con el aparato jurídico-cultural (superestructura) que contribuye a consolidar un determinado sistema productivo.
· Además, el marxismo sostiene que la sociedad capitalista será sucedida por un estado proletario en que desaparecerá la propiedad privada y con ella, la lucha de clases. Se plantea que en esta etapa la propiedad será colectiva o común (de ahí el apelativo "comunista") y, se ejercerá "la dictadura del proletariado".
· Estas ideas fueron compendiadas en el Manifiesto comunista, distribuido en París en 1848, escrito por Engels y Marx.

Anarquismo:

Apareció en la segunda mitad del siglo XIX, sus principales representantes fueron Proudhon y Bakunin.

Se trata de un socialismo radical extremista que niega la existencia del Estado, el cual debe ser destruido aún a costa de la violencia.

Doctrina Social de la Iglesia:

La doctrina católica no fue inmune a los problemas sociales ni tampoco al marxismo.

En 1864, Pío IX condenó en su Syllabus el materialismo histórico y el marxismo. En 1891 apareció la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, en la que se rechazó el conflicto de clases sociales y condenó el abuso de los patrones. Con esta Encíclica se inició la Doctrina Social de la Iglesia, que recalcó el valor y dignidad del trabajo humano, el respeto a la propiedad privada y la necesidad de las asociaciones de trabajadores. En 1931, esta doctrina se vio complementada con la encíclica Cuadra gessimo Anno de Pío XI (que condena al liberalismo económico y al comunismo); en el concilio Vaticano II también se abordó el tema de las relaciones capital-trabajo.

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